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  • Reflexion de la semana

    19 sept 2010

    El niño y el venado

    Era uno de los dias mas calientes del tiempo seco de verano. No habiamos visto la lluvia en casi un mes. Las cosechas se estaban muriendo. Las vacas habian parado de dar leche. Los rios estaban secos hasta el piso. Era la temporada seca que iba a llevar a siete granjeros a la bancarrota antes que terminara. Todos los dias mi esposo y sus hermanos iban por el proceso arduo de tratar de llevar agua a los campos. Ultimamente el proceso envolvia llevar un camion a la planta y llenarlo de agua, pero las raciones de agua las cortaban cada da mas. Si no veiamos lluvia pronto ibamos a perderlo todo.

    Fue en este dia que aprendi una verdadera leccion de compartir y ser parte del inicio milagroso que pude ver con mis propios ojos. Estaba en la cocina haciendo el almuerzo para mi esposo y sus hermanos cuando vi a mi hijito de seis años, Billy, caminar hacia el bosque. Billy no estaba caminando como un niño normal de su edad, sin preocuparle nada, en cambio estaba caminando con mucho cuidado y solo podia ver su espalda. Obviamente estaba caminando con mucho esfuerzo, tratando de estar lo mas quieto posible. Minutos despues desaparecio en el bosque y volvi a salir corriendo hacia la casa. Segui preparando el almuerzo, pensando que sea lo que sea que estaba haciendo ya habria terminado. Momentos despues volvi a caminar bien lentamente hacia el bosque.

    Esta actividad siguio ocurriendo por una hora. Finalmente no pude aguantar mas y lo segui, teniendo cuidado que no me viera. Obviamente estaba haciendo algo tan importante y no necesitaba a su mami que lo chequease. Tenia sus manos juntas adelante de el mientras caminaba, teniendo mucho cuidado que el agua que tenia en ellas no se cayera. Me acerque un poco mas cuando llegamos al bosque. Ramas y troncos le golpeaban su cara, pero no trataba de esquivarlas. Tenia algo mucho mas grande que hacer. En lo que me agache para verlo, tuve una vista tan extraordinaria: una gran cantidad de venados estaban al frente de el. El se les acerca. Casi grito al ver un venado macho con sus cuernos bien grandes demasiado cerca a el. Pero el venado no lo ataco, el ni se movia, mientras que mi hijo se arrodillaba. Y vi un pequeño venadito tirado en el pasto, sufriendo deshidratacion y exhausto del sol; apenas pudo levantar su cabeza con mucho esfuerzo para lamer el agua de las pequeñas manos de mi hermoso niño. Cuando se tomo toda el agua, Billy corrio a la casa y yo me escondi atras de un arbol. Luego lo segui a la casa.

    De un grifo que habiamos cerrado, que apenas pudo abrir, gotas empezaron a caer.

    Billy espero ahi, dejando que gota por gota llenase sus pequeñas manitas, mientras que el sol asoleaba su espaldita. Luego muchas cosas se aclararon en mi mente. La semana anterior el habia sido castigado por jugar con agua. Billy aprendio la leccion de no malgastar agua y esa es la razon porque no me pidio ayuda. Le tomo veinte minutos para tomar el agua que necesitaba. Se levanto y ahi yo estaba parada en frente de el. Sus ojos se llenaron de lagrimas, "No estoy desperdiciando esta vez", es todo lo que me dijo. Cuando empezo a caminar, yo lo acompañe con una olla de agua de la cocina.

    Deje que fuera solo hacia los venados. Era su trabajo y yo me quede atras de un arbol mirando el corazon mas bello que he conocido, trabajando tan fuerte para salvar otra vida. Lagrimas corrian por mis mejillas. Luego, de repente, fui acompañada por mas gotas y mas gotas, y mas. Mire al cielo. Era como si Dios, El mismo, estuviese llorando de orgullo.

    Quizas algunos pueden decir que esto fue coincidencia, que milagros no existen y no trato de convencer a nadie de lo contrario. Lo unico que puedo decir es que ese dia llovia y salvo nuestra granja, asi mismo como las acciones de un pequeño niño salvaron una vida. "Siempre es bueno creer que cuando todo sale mal, algo bueno pasa al final..."

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